Palabras del Presidente Higgins a la visita de una Delegación de Educación Superior de Centroamérica
Áras an Uachtaráin, Monday 19 June 2017
Secretario General Fuentes,
Estimados Decanos, Rectores, Profesores, Investigadores y Catedráticos,
Representantes de la Asociación de Universidades Irlandesas
Representantes de las Autoridades de Educación Superior,
Representantes de University College Cork,
Distinguidos invitados,
Queridos amigos,
Estoy encantado de darles la bienvenida a Áras an Uachtaráin.
Me siento muy contento por dos razones. Primero, porque como antiguo académico, estoy consciente de la importancia de las ideas y de la necesidad de apoyar una educación superior pluralista e integral. Y segundo, porque tengo un profundo aprecio y consideración por la región de Centroamérica desde hace muchos años, la cual he visitado, en capacidades diferentes, por décadas. Su visita es por lo tanto, una feliz confluencia de dos de mis más preciados intereses.
Centroamérica y el curso de su desarrollo político y económico han ocupado un lugar especial en mi corazón por décadas. Antes de mi elección como Presidente de Irlanda en 2011, había visitado Centroamérica en seis ocasiones – incluyendo Nicaragua, Honduras y El Salvador – principalmente en los años ochenta, un periodo de enorme sufrimiento y turbulencia en su región que me afectó profundamente e influenció de gran manera mi forma de pensar al inicio de mi carrera política.
Como Presidente, tuve el honor y privilegio de visitar El Salvador y Costa Rica en 2013. Como Presidente, he visitado nueve países en América Latina, desde México en el extremo norte hasta Chile, en el extremo sur. El papel central que la cooperación educativa tiene es el reforzamiento de las relaciones entre Irlanda y América Latina, lo cual me ha quedado claro más firmemente en cada visita.
Los lazos entre Irlanda y el mundo hispano-parlante son profundas e históricas. Desde el siglo XVII, hombres y mujeres de origen irlandés, incluyendo muchos investigadores y académicos, encontraron refugio de la persecución religiosa en España. Miles de irlandeses hicieron el viaje desde España hasta lo que en ese momento se conocía como el Imperio Español en América.
Después, en los siglos XIX y XXv, hubo migración significativa a la tierra prometida de las “pampas” en Argentina. Irlandeses, por supuesto, participaron en el movimiento de independencia de la región y en el desarrollo durante la era moderna.
Olas sucesivas de migración irlandesa a Latinoamérica han dejado su huella en el área de la educación. Durante el siglo XX, por ejemplo, órdenes de misioneros irlandeses jugaron un papel muy importante en la provisión de educación a los pobres y marginalizados del continente. Hoy en día, hay un fuerte interés intelectual en los estudios sobre América Latina y sus conexiones irlandesas. Soy benefactor de la Sociedad de Estudios de Irlanda y Latinoamérica (SILAS por sus siglas en inglés) que reúne investigadores de una amplia gama interdisciplinaria de campos de estudio.
En años más recientes, he tenido la oportunidad de otorgar mi apoyo a los crecientes vínculos entre los sectores de educación superior de Irlanda y América Latina. Durante mi visita a Colombia, Cuba y Perú en febrero de este año, fui testigo de la firma de varios Memorándums de Entendimiento entre University College Cork e importantes universidades en la región.
Durante mi visita a Brasil en 2012, participé en el lanzamiento de la Sociedad Educativa Irlanda-Brasil, bajo el auspicio del programa brasileño “Ciencia sin Fronteras” que ha logrado que más de 3,000 estudiantes brasileños de educación terciaria vengan a Irlanda a estudiar ciencias a nivel superior. Esto es aparte de los más de 10,000 brasileños que estudian inglés en Irlanda.
Cada estudiante brasileño que regresa a casa con, confío sean, recuerdos felices y una experiencia positiva de nuestro sistema de educación superior es un vínculo más en la cadena de relaciones bilaterales y nos ayuda a unirnos más. Sólo necesitamos escuchar la meliflua corriente de portugués brasileño que se escucha en las calles de Dublín para entender el poder de la educación al fortalecer nuestros lazos persona a persona.
Permítanme mencionar por un momento la importancia de la educación superior en el desarrollo económico, político y social.
Nos enfrentamos a un mundo de inestabilidad, en el cual las viejas certezas se desmoronan y los modelos previos son cada vez más inadecuados, van en declive y han perdido el apoyo público.
La transformación social positiva requerida para confrontar esta realidad, ya sea en Europa, Centroamérica o en cualquier otro sitio, dependerá de la educación de una generación de pensadores críticos equipados para cuestionar las ortodoxias prevalecientes. Durante mi discurso a los estudiantes de la Universidad de La Habana en febrero pasado, sugerí: “necesitamos mentes curiosas e inquisitivas; necesitamos apertura a modelos alternativos de crecimiento y desarrollo; y necesitamos que este proceso de debate sea conducido con un espíritu generoso de respeto por el punto de vista de aquellos que tal vez difieran de nuestras propias perspectivas. En resumen, necesitamos personas comprometidas con lo que es, en algunas ocasiones, un frágil hilo de un diálogo compartido.”
Como hace bien notar la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la educación juega un papel vital en el crecimiento reconciliador, la equidad y la participación en la sociedad y es la piedra angular en el proceso de transformación estructural que se requiere para combatir la inequidad y reducir la pobreza. Me alentó leer un reporte reciente de la CEPAL que mencionaba que los jóvenes que vivían en extrema pobreza y hogares modestamente pobres son los que más se han beneficiado de la expansión educativa que se llevó a cabo en Latinoamérica y el Caribe en la década pasada. Sin embargo, el mismo reporte menciona que aún no se descubre el potencial de la educación superior como fuerza transformativa en América Latina.
En Irlanda somos afortunados de que la inversión en educación desde hace décadas significa que somos uno de los países con la fuerza laboral más instruida, calificada y productiva del mundo. Irlanda tiene una de las más grandes tasas de personas entre 25 y 34 años que han completado satisfactoriamente su educación terciaria en la OCDE, con 52% de los jóvenes en ese rango de edad habiendo completado sus estudios superiores. El porcentaje que le corresponde a Latinoamérica y el Caribe es el 16%.
El trabajo que ustedes están haciendo para mejorar la cooperación regional y la integración será crítico para develar el potencial de la educación terciaria en Centroamérica. Esta es un área en la que la Unión Europea ha sido muy exitosa, ya que los miles de estudiantes irlandeses que han participado en los programas Erasmus y han hecho más estudios alrededor de Europa, lo pueden atestiguar.
La cooperación regional en el área de investigación, apoyada por el fondo de investigación de la UE, también ha sido un importante motor para la innovación y el descubrimiento en las universidades irlandesas.
En ese contexto, me gustaría felicitar a la Asociación de Universidades Irlandesas por su apoyo a esta visita y a estas importantes sociedades de cooperación. El programa que han desarrollado para nuestros amigos de Centroamérica es excelente y estoy muy complacido de apoyarlo al recibirlos aquí el día de hoy.
Me enorgullecen los esfuerzos pioneros de University College Cork al desarrollar vínculos educativos en México, Centroamérica, Colombia, Perú, Brasil y Chile.
Nuestros amigos de UCC deben estar particularmente orgullosos de ser la única universidad en Irlanda – y de hecho, la única universidad de habla inglesa en Europa – de participar en AMIDILA, el proyecto de movilidad de la UE enfocado a universidades públicas en Centroamérica, de manera que facilitaran el intercambio de estudiantes y profesores para personas que de otra manera no tendrían la oportunidad de estudiar y enseñar en Europa. Cuando visite El Salvador en 2013, la participación de UCC en el proyecto apenas empezaba a tomar forma, y es muy satisfactorio verlo dar frutos de manera tangible.
Y debo agregar, los beneficios fluyen en ambas direcciones, ya que UCC recientemente envió a un estudiante de doctorado a Nicaragua. Los logros de Yensi Flores, una alumna de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, que vino a UCC a hacer una maestría en Biología Molecular y Bioinovación a través del programa de movilidad apoyado por la UE, es otro ejemplo. Durante sus estudios en UCC, Yensi desarrolló una herramienta de diagnóstico que rápidamente detecta infecciones transmitidas por mosquitos y ganó una competencia internacional en el área de la medicina genéticamente modificada. Actualmente estudia un doctorado en UCC.
Conclusión
Queridos amigos, si nos detenemos a analizarlo un poco más, nos daremos cuenta que el proceso actual de integración regional en educación es cuestión de formalizar algo que siempre ha existido en el sector universitario: las universidades siempre han tenido una vocación internacional, desde la Edad Media, cuando las primeras universidades europeas compartían el idioma Latín y competían para atraer a los mejores estudiantes.
La raíz de la palabra “universidad” es la palabra en latín para “el todo”, que significa la comunidad de los catedráticos e investigadores. La comunidad de catedráticos y alumnos es global y permite que los límites de estado y nación desaparezcan. Después de todo, la conectividad es el centro de cualquier proceso de aprendizaje exitoso, y la inspiración no simplemente emerge in vitro.
Requiere de un dialogo de ideas a través del tiempo y el espacio, utilizando los textos del pasado y las conexiones del presente para catalizar nuevas percepciones.
De nueva cuenta, los felicito cálidamente a todos por el trabajo que están haciendo para contribuir al diálogo al abrir los horizontes de nuestros estudiantes, investigadores y catedráticos, para el beneficio de todas nuestras sociedades.
Go raibh míle maith agaibh go léir.